Un día inolvidable de Otoño en el Tejedelo

Aquella fue la primera vez que estaba en el Tejedelo.

Fui a primera hora del día para no encontrarme con mucha gente. Al final estuve por allí unas cuantas horas, deteniéndome a contemplar cada pequeño rincón o a escuchar o intentar ver algún animal.

Al llegar al bosque de robles con los helechos por todas partes y el colorido otoñal inconfundible de Sanabria no pude por menos que pararme a disfrutar de aquella maravilla.

Poco a poco continué mi ruta, y después de atravesar un puente me dirigí hacia los tejos milenarios que estaban esperándome.

En ese rincón mágico de Sanabria, sólo con los tejos, sin nadie más, estuve un buen rato pensando en la suerte de poder disfrutar de estos árboles milenarios. La de cosas que habrán visto pasar estos amigos del bosque.

Un silencio que se podía «tocar» y el olor inconfundible del otoño hicieron de este un día inolvidable.

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